Emprender siendo diseñador gráfico.
Todo lo que nadie te cuenta.
Cuando decidí emprender como diseñadora gráfica, lo hice con una mezcla de entusiasmo, intuición y una carpeta llena de trabajos que creía que hablaban por mí. No sabía entonces que diseñar era solo una parte (pequeña) de todo lo que estaba a punto de aprender.
Lo que no me contaron es que emprender es un viaje interno tanto como profesional. Que el talento no es suficiente. Que hacer las cosas bien no garantiza que te elijan. Que vas a tener que explicarte muchas veces, defender tu precio, ajustar tus procesos, decir que no, y sostenerte incluso cuando las cosas vayan despacio.
Emprender como creativa implica aprender a vender sin dejar de ser tú. Y eso, para muchas, es un reto enorme.
Nos cuesta hablar de dinero, poner límites, darnos valor. Pero cuando entiendes que tu trabajo no solo es diseño, sino transformación, estrategia, claridad para otros… todo empieza a cambiar.
Aquí van algunas cosas que aprendí por el camino:
Tu portfolio no te vende solo. Lo que haces necesita contexto. Explica tu proceso, el valor que aportas, qué problema resuelves.
No todo cliente es tu cliente. Decir que sí a todo te aleja de lo que realmente quieres construir.
Tener estructura no te hace menos creativa. Al contrario: te da libertad para crear con foco.
No estás sola. Busca comunidad, conversa con otras creativas, invierte en formación. Hablar con quien ya pasó por ahí te ahorra meses de confusión.
¿El mejor consejo? Tómate en serio. No esperes a que alguien más lo haga primero. Emprender no es solo crear un logo y una web bonita. Es crear una manera de trabajar que te represente, que sea rentable, y que te permita seguir siendo tú en cada paso.
Porque al final, emprender no va solo de diseño. Va de diseñar tu propio camino.
→ ¿Estás emprendiendo como diseñadora y no sabes por dónde empezar? Reserva una sesión de asesoría 1:1 conmigo y pongamos orden a tu proyecto desde la raíz.